Siempre, siempre recordaré el característico aroma que tiene "mi" plaza de toros, las Ventas, sus amplios pasillos, su patio de cuadrillas, sus ladrillos color marrón oscuro, sus tendidos, sus tres banderas ondeando al viento en las preciosas tardes de primavera, su gente disfrutando de las buenas faenas mientras comían un buen bocadillo de tortilla acompañado de un puro o cualquier otra merienda. Que buenas tardes, así crecí, cada primavera me recogía mi padre del colegio y lo primero que hacía nada mas llegar a "mi" plaza era correr hacia el patio de cuadrillas y tocar los trajes de los toreros, hacerme alguna foto mientras me pellizcaban los mofletes y después, cuando salían a hacer el paseíllo, subirme en algún caballo de picar (recuerdo que mi preferido era Axterix), y así poder mirar por encima de las tablas, desde el patio, la arena de la plaza arropando a los maestros.
Estos son mínimos recuerdos de todos los que tengo en mente sobre mi infancia en la catedral del toreo y que grande es esto, el toreo, una palabra que abarca una sola definición pero incontables sentimientos que nosotros los aficionados sabemos. Todos estos recuerdos me hacen reflexionar sobre el paso del tiempo... Antes solo quería estar con los monosabios preparando los caballos de picar y al tercer toro ya me quería ir, y sin embargo ahora me pasaría horas, días, meses, años, y que digo, una eternidad dentro de una plaza de toros viendo lo mas grande que existe, el toro bravo y todo lo que eso conlleva.
Debo reconocer que me produce tristeza y nostalgia que el tiempo se haya llevado todos esos momentos que ya no volverán, o quizá sí, pero de diferente manera y de una forma mas madura. Estos últimos meses he conocido grandes personas, que me han hecho comprender cosas relacionadas con la tauromaquia y que sin duda deseo seguir descubriendo, ya que es algo que me llena como persona completamente.
Para finalizar este artículo, recalco todos los increíbles sentimientos que me invaden al ir a la plaza mas bonita del mundo y que por supuesto espero pisar, oler el indescriptible aroma que desprende, ver, emocionarme y recordar tardes memorables por muchos mas años de mi vida. Y decir, BENDITA LOCURA.